martes, 7 de octubre de 2008

Caminante, no hay camino: hay que darle en yises y 4x4

Crónicas montañeras
Gustavo Borges

Caminante, no hay camino: hay que darle en yises y 4x4

Nada fácil para los habitantes de la Zona Sur de Acevedo, en Miranda, el diario transporte por sus rebeldes caminos y trochas. Mucho menos para el visitante ocasional que por aventura o trabajo social se interna en estas montañas de Guatopo.
Partiendo desde San Francisco de Macaira en el estado Guárico, con el cual linda por el norte y finalizando un recorrido duro de más de cuatro horas hasta Panaquire, comunidad no muy lejos de Caucagua, los choferes de la zona, casi siempre cargados de ocumo o cacao y sus correspondientes pasajeros que viajan haciendo malabares encima de los rústicos, cumplen una función social importantísima. Anteriormente, antes de la gestión del gobernador Diosdado Cabello, los carros se podían echar hasta tres días en este recorrido.
Además de representar el único medio de sacar los productos de la zona y de transporte para las mas de 600 familias que allí habitan, estos duros del volante también sirven de ambulancias en las permanentes emergencias que se presentan en las comunidades; bajan y suben a los docentes de los diferentes colegios, las compras de alimentos en los pueblos cercanos como Altagracia de Orituco o Caucagua, o también arrean a los diferentes turistas que en épocas de esparcimiento frecuentan estas verdes montañas con sus ríos y gente de carácter entre alegre y arisco.
Pero además de eso, estos choferes con sus carros son una referencia de obligada necesidad a la hora de los operativos de las diferentes misiones sociales que se tratan de llevar a estas comunidades de cuando en cuando, y así paliar las innumerables necesidades que aún se pueden encontrar a todo lo largo de sus mas de 39 caseríos rurales. Es frecuente verlos cargados de funcionarios y equipos de las misiones Robinson, Barrio Adentro, Mercal u otras.
Pero aun y con toda su experiencia y “maña” en el manejo y conocimiento de los caminos de la Zona Sur a veces se impone la montaña y hace valer su naturaleza agreste y primitiva, algunas veces hasta con saldo de vidas humanas. Hace dos semanas, en apenas dos días tres carros se precipitaron por sendos despeñaderos de los que tanto sobran por allí. No hubo muertes pero sí lesionados.


El recorrido era el normal. La camioneta donada por la Corporación Agrícola del Estado Miranda ya dejaba atrás la población de San Francisco de Macaira y se disponía alejarse del caserío de Casupito, Parque Nacional Guatopo, cuesta arriba, después de bordear el rió del mismo nombre cuando en plena subida se apaga y empieza deslizarse cuesta abajo….
¡ tirense de esta vaina que se va la camioneta!..El grito del chofer más que una orden fue un aviso para el mismo sacar fuerzas y dejar la cabina. Media docena de personas que hacia rato trataban de mantenerse arriba de esta lograron saltar y rodar camino abajo antes de que el carro cargado de compras de mercado y cemento, encargos diarios de la comunidad a los chóferes, fuera a estrellarse contra las piedras del rió, barranco abajo, quedando atrapada en su cabina una viejita de mas de setenta años que no logro salir y que milagrosamente salvo la vida no sin antes tener que ser resucitada y enviada al hospital a mas de 20 kilómetros del lugar del accidente.



El yip verde que se encontraba al fondo del valle que “amarra” a la comunidad de Macanilla con La Campechana no pertenecía a ninguno de estos dos caseríos. “Morao”, como llaman al chofer, habita en la zona de la Piedrota y había perdido los frenos la noche anterior yendo a parar al fondo de la pendiente siendo atajado milagrosamente por un árbol que evito que rodara 150 metros barranco abajo y tal vez así salvar la vida. Una pierna quebrada y el singular trabajo de recuperar el carro del fondo del barranco fue el saldo en este caso.

En el sector de Buena Vista, Zona Sur Alta, un “cowboy” de tres 350 cargados de alimentos, intentan llegar a eso de la medianoche a la comunidad de Cerro Pelón para un operativo de Mercal al día siguiente. El recorrido se hace tedioso y peligroso por lo oscuro e intrincado, y por los muchos barrancos a los lados del camino. Ya muy avanzados en el recorrido, los delanteros se percatan de la tardanza del último de los camiones, y se envía a alguien a revisar y no tarda en llegarnos el grito… “¡Perdimos un camión! ¡Está en el barranco, el chofer está atrapado y herido!” Y así transcurriría la noche. Con un camión menos al fondo del voladero, uno de los chóferes con tres costillas fracturadas ya rescatado y setenta kilos de pasta menos en el operativo de mercal.

No hay comentarios: