martes, 7 de octubre de 2008

Editorial

A estas alturas del proyecto bolivariano todavía debemos los venezolanos lidiar con algunas contradicciones y situaciones incómodas. Tienen que ver todas estas con el hecho de que el capitalismo está vivo mientras nosotros hacemos esfuerzos por construir una sociedad distinta. Levantar un edificio nuevo sin haber demolido el viejo no parece una buena estrategia, pero a esta situación nos ha traído la Historia y uno no puede ser tan prepotente como para decir: “Si no se parece a la que yo soñé, esta Revolución no me sirve”.
Estamos en Revolución, esta es la que hay y no es hora de llorar por la otra, esa inexistente con la que habíamos soñado. Además no hay que perder la llama interior ni la esperanza, porque sólo insistiendo en defender la que tenemos perfeccionaremos nuestra sociedad. Ese es nuestro punto de vista. Que quede claro. Porque la lectura que sigue no deja de ser amarga.
Estamos conscientes de que esto debe avanzar a pesar de sus defectos, o mejor dicho, aprendiendo de éstos. Pero todavía duele que en Venezuela estén a punto de inaugurarse no menos de 8 centros comerciales inmensos, de esos que llaman “malls”, varios de ellos de la constructora Sambil. Porque una cosa es tener contradicciones como sociedad, y otra muy distinta que existan en el Gobierno revolucionario (en el central o los regionales y municipales) quienes dan permisos de construcción a esta clase de monstruosos templos del consumismo. En páginas centrales ponemos en la mesa algunos datos y reflexiones sobre lo que está pasando y puede pasar en La Candelaria: un pueblo en revolución a punto de perder una importante batalla contra un templo del consumismo, la sifrinería y la vanidad capitalista. Amamos esta revolución, y por lo tanto no podemos dejar de echarnos en cara la ligereza de estar permitiendo estos desbarajustes.
Dicen por ahí que a los gringos no les hace falta invadir a Venezuela, porque de hecho ya están aquí: en cada MacDonalds, en cada centro comercial gigantesco, en cada ciudadano que adora los productos de consumo y las costumbres norteamericanas. Deberíamos sentarnos a discutir más seguido sobre estas cosas.

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