martes, 7 de octubre de 2008

Los ingenuos de abril

JRD

Abril de 2002 mostró en todo su patetismo la ingenuidad política de una masa de personas que creyó ciegamente en el discurso "Mata a Chávez y vive un día Pepsi", y la enorme coñoemadría de unos "dirigentes" que arrearon a estas personas hacia la muerte, a manera de escudos humanos, con el fin de justificar su asalto a la democracia.
Es preciso ver esto con los cristales correctos, y sin tratar de convertirlo en tabú. Aquella gente que caminó hacia Miraflores el día 11 lo hizo con un valor cívico digno de mejor causa, y hubiera marchado hacia el infierno si se lo hubieran pedido el sindicalero Carlos Ortega, el plutócrata Carmona, el mongólico Molina Tamayo, los bobos con micrófono Napoleón Bravo y Orlando Urdaneta y una docena más de criminales o drogadictos disfrazados de líderes. Los cabecillas del golpe querían muertos y tuvieron éxito; palmario e irrebatible resulta el video en el cual un grupo de militares anuncia, a las 10 de la mañana, que ya había varias personas asesinadas a tiros cerca de Miraflores (el primer venezolano muerto en esa jornada era chavista, de los nuestros, y cayó a las 3:20 pm). Las miles de personas que fueron desde Chuao hasta el centro de Caracas lo hicieron en la estúpida creencia de que todo el país estaba contra Chávez y, por lo tanto, no sospechaban que del lado de acá estábamos esperándolos una cantidad igual o superior de personas. Intoxicación por sobredosis de Globovisión, lo llaman.

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En la Baralt, la PM nos disparaba unos lindos caramelos y desde arriba los francotiradores mataban gente de lado y lado. La monstruosa manipulación del galardonado video de Venevisión, en el cual gente de la nuestra disparaba hacia la avenida, no fue develada sino meses después, cuando las tomas hechas desde atrás mostraron claramente que el objetivo de aquellos hombres del pueblo armados no era ninguna tal "marcha pacífica", sino unos asesinos de la Policía Metropolitana. Un mes después, la clase media, autoproclamada "Sociedad civil" sin saber qué cojones significa esa expresión, organizó una marcha en apoyo a esos delincuentes. Cuatro años después los tratan como ratas miserables. La PM es chévere cuando nos dispara a los pobres y a los chavistas. Cuando perpetra crímenes en otros círculos hay que denunciarla. Esa es la "lógica" de los paladines de la democracia.

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Cuando Carmona se se autocoronó como rey absoluto de los venezolanos hubo gente de ellos, de quienes participaron en el derrocamiento de Chávez, que aplaudió a rabiar con cada uno de los puntos del decreto dictatorial. Felices, algunos soltaron hasta lágrimas. Por allá en las oficinas de un periódico llamado TalCual, un hombre también lloró pero de arrechera. Apenas aquel empresario de mierda empezó a soltar uno por uno los dictámenes que convertían a Venezuela en su particular oficina, Teodoro le zampó un vergajazo al escritorio y soltó, como siempre, primero que nadie en la oposición, el espantoso diagnóstico político: "Tanto que nos jodimos para que ahora venga este güevón a echarlo a perder así". Lo cual no lo libera de culpas, pues nadie trabajó e intrigó tanto como él en procura del derrocamiento de Chávez.
Teodoro fue de los primeros que dijeron a través de los medios que aquella cosa que había nacido el 12 de abril era una dictadura, ni más ni menos. Y fue también el primero en insinuar, sin decirlo exactamente así, que a pesar de las buenas intenciones de unos cuantos manifestantes y algún que otro dirigente, siempre el vivito de ocasión, el hijo de la gran puta acostumbrado a navegar en las aguas del poder, el sucio poseedor de bienes, riquezas y voluntades, es el que acaba pescando la pieza más grande cuando el río está revuelto.
Teodoro debería repetirlo en voz alta, otra vez: cachicamo suele trabajar pa' lapa. Es bueno ver del lado de la oposición gente con el alma limpia, pero la historia reciente (y parte de la no tan reciente) demuestra que esas almas, ingenuamente derechistas, no están preparadas para tomar las riendas de un país. No entienden o no creen en la maldad inherente a los explotadores y esa ignorancia los convierte en sus seguidores y propagandistas. Para lo máximo que sirven, para lo único que son y serán utilizadas, es para tratar de encumbrar a los perversos de siempre. Esos que nosotros los bolivarianos estamos en la obligación de detener en su camino. Cueste lo que cueste.

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