martes, 7 de octubre de 2008

Leo ¿qué? ¡Bien lejos!

¿Ustedes saben lo que significa en política un “globo de ensayo”? Lo sepa o no, le echamos este cuento para que le quede clarito.
La mañana del domingo 30 de marzo, en el sector Caño Amarillo, justo donde comienza la subida hacia Monte Piedad (23 de Enero), empezó a producirse un movimiento medio raroso con gente que no es de la parroquia. Llegó una camioneta con unos tubos, un equipo de sonido y todo el perolero ese que tintinea cuando se va a montar una tarima. Unos tipos empezaron a pintar unas barras de hacer ejercicios que están ahí al lado de la plaza donde le hicieron el mural a Danilo Ánderson, y de pronto empezó a sonar música. Un pelo más abajo, después del puente, estaba el mercado popular de todos los domingos.
Una gente de por ahí cerca, gente combativa, bien organizada y con esas antenas a millón, se acercó a los tipos que empezaron en efecto a darle forma a una tarima, y les preguntaron amablemente que qué vaina era esa. Los tipos les dijeron que estaban montando los aparatos necesarios para convocar a la gente a un mitin que iba a dar el puchungo Leopoldo López. Ahí fue que le empezó a caer sal a la merengada, mi hermano. Empezaron a llover mensajes de texto como un deslave y todos los grupos organizados de la parroquia, y también los fantasmas como uno, los solitarios y los adormecidos, se acercaron a ver qué guirinai ni qué nada, esa bruja no va a venir a meter su discurso chimbo aquí. A mí me llegaron como cuatro mensajes igualitos al celular: “Leopoldo López quiere montarse en una tarima en la parroquia”.
La gente del sector empezó a amontonarse, pero no para pedirle autógrafos al alcalde de Chacao (como esas sifrinas de La Castellana que se van en sangre cada vez que pasa el niño ese) sino a exigirles a aquelos hombres que pararan la payasada, que en el 23 de Enero no es bienvenido ningún Leopoldo (ni Castillo ni López) de mis tormentos. Los hombres siguieron echándole piernas como si nada, pero de pronto como que entendieron que la exigencia de la gente era en serio, y entonces arrugaron con un argumento que cónchale, tenían hasta un poco de razón los panas: “Bueno amigo, a nosotros nos pagan por instalar estos aparatos, yo no soy el que va a dar el mitin”.
Llegó entonces parece que una gente del colectivo Montaraz, agarró el equipo de sonido que ya habían montado y empezó a explicarles a los contratados que Chacao queda burda de lejos, como a diez estaciones del Metro, y que cuidaíto con venir a provocar aquí en tierra bravía, como en efecto parece que querían los sifrinos que empezaron a pasar en sus carros por la zona, y unos tombos de Polichacao que ni de vaina se pararon.
Por ahí dicen algunos habladores que el Leo tal se acercó hasta el mercadito, que lo vieron comprando unos pepinos, unas ñemas y par de tusas, el caso es que como a mediodía se acabó el showcito ese y chao, no se dio el mitin de Leopoldo y los muchachos se armaron con una lata de esprai y pintaron ese letrero que ven en la foto, y que recoge el sentir de la tumultuosa mayoría de la parroquia.
Uno pudiera decir: “Ajá, los sifrinos tuvieron miedo, los espantamos”, pero como uno medio ha aprendido política le ofrece a la distinguida concurrencia una hipótesis, una teoría pues: yo creo que eso fue un GLOBO DE ENSAYO. O sea, que el Leopoldo va a intentar venir al 23 cualquier día, pero eso del domingo fue nada más para ver cómo reaccionábamos, qué tan violentos o contentos nos iba a encontrar, y a Dios debería agradecerle que no nos agarró con un dolor de muelas... Es que a estas alturas todavía creen que uno anda muriéndose por ver de cerca a un escuálido, chico, qué desubicao…

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