martes, 7 de octubre de 2008

Editorial

Alternativos

La gente de El Cayapo (probablemente una de las experiencias comunicacionales y de vida más genuinamente contraculturales de este tiempo venezolano) suele ponerse brava cuando uno habla de “medios alternativos”. Dicen estos compas que no hay medios alternativos sino comunicación alternativa, pues la diferencia entre lo que produce la derecha y uno aquí, humildemente, es de contenidos y de discursos, mas no de herramientas. Dicen también nuestros compas de aventura, el23.net, que no hay que insistir en los medios alternativos sino en los comunitarios. Puntos de vista.
Mal que bien, uno ha echado mano de periódicos, radios, televisoras y espacios en Internet, y eso no convierte a esos medios en alternativos: ellos siguen siendo tradicionales, son los mismos de siempre. Lo alternativo es lo que se dice. Lo que se pone en manos, en oídos y ojos de nuestros compatriotas: el otro discurso, el otro pensamiento, la otra reflexión.
Con todo, se contradicen los Cayapos, ya que también gustan de recordar el tiempo maravilloso en que el comunicador cimarrón, el clandestino, el germen revolucionario que tenía cosas que decir, apelaba a instrumentos (medios) no convencionales de comunicación: la hojita suelta, la pepa de aguacate con la que se escribían consignas y resúmenes sangrientos de la realidad nacional, utilizando como plataforma cualquier pared más o menos limpia. Esos medios eran alternativos: esos son los espacios a los que el poderoso consorcio y el magnate de las comunicaciones no volverá los ojos, porque los desprecia. Así que sí hay medios alternativos: los que se inventa el que nada tiene acumulado sino ganas de decir y de crear.
En la gráfica, el camión de Radio Verdura durante la protesta del 27 de febrero frente a Globovisión. Un bonito episodio de la confrontación entre el poder insolente del dinero contra el creador popular en acción.

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